EL COSTO FABULOSO DE UN HUÉSPED INDESEADO
Por Luis Felipe Sexto
El ruido es, entre todos los contaminantes, el más fácil de generar y paradójicamente, uno de los más difíciles de atenuar o erradicar. El considerar ruidoso a un sonido, tiene una importante relación con la individualidad y, por tanto, presenta un carácter subjetivo vinculado significativamente a las frecuencias involucradas en la señal, a la intensidad del estímulo, al tiempo de ocurrencia (o exposición), a la sensibilidad personal, al estado de ánimo, entre otras variables. No obstante, independientemente de la subjetividad inherente a la caracterización de si un sonido es molesto (ruidoso) o no, es posible realizar mediciones y obtener registros objetivos que al ser comparados con las normas o reglamentaciones correspondientes, evalúan si un ambiente sonoro es aceptable para una actividad o un lugar determinado. Naturalmente, los requerimientos en cuanto a los niveles de ruido tolerables, difieren cuantitativamente, en dependencia de si es un ambiente industrial, hospitalario, turístico o comunitario. En todos los casos se trata de disminuir las emisiones sonoras contaminantes, que al margen de las molestias psicológicas y las potenciales consecuencias fisiológicas (a corto o largo plazo), pueden ser causa, también, de cuantiosas pérdidas económicas. Con relación a esto último, tenemos el caso de un importante hotel cinco estrellas, donde resaltan las consecuencias de no valorar en su justa magnitud el diseño de un proyecto acústico certero; al colocarse, justo encima de un ala habitacional, parte del sistema de bombeo y 32 compresores reciprocantes (de los más ruidosos) distribuidos en cuatro enfriadoras. La solución no resulta una novedad ni, mucho menos, un disparate de proyecto. Sin embargo, se convierte en tal, al no haberse considerado las respectivas y correspondientes soluciones de aislamiento. El resultado se manifiesta nítidamente a través de una severa propagación de ruido aéreo y estructural, generados continuamente por las máquinas. Y, ¿cuánto ha perdido el hotel a causa de las habitaciones inhabilitadas? Un discreto y conservador cálculo, para un año de explotación y asumiendo un coeficiente de ocupación del 70% (para cuatro de las habitaciones afectadas), arroja una pérdida aproximada, solo por indisponibilidad habitacional, superior a los USD 270 000 (¡!). Esto sin incluir el costo de estudios y alternativas para el control y aislamiento del ruido y las vibraciones, el costo de las soluciones constructivas que es preciso ejecutar, el costo de deterioro a la imagen corporativa... Y otros.
Ya hemos podido analizar que la indisponibilidad habitacional, constituye una causa segunda y no una causa raíz de las pérdidas que ha tenido el centro turístico por tal situación. Todo lo cual ha propiciado un lamentable estado de incomodidad en las habitaciones afectadas, debido a las sensibles molestias por contaminación sonora. Y esta última, ni corta ni perezosa, ha hecho cobrar muy bien su presencia indeseada como huésped.
HABITACIÓN |
Ruido estructural |
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